Julian M.
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¡Mecagüen to lo sembrado y la madre que parió al artilugio este del demonio! ¿Qué se piensan esos villanos que vienen a plantar su cámara infernal en el cruce del camino viejo? ¡Aquí no manda el cabildo ni su máquina de robos, aquí manda el terruño y los que llevamos el azadón en las manos y el barro en las botas desde que nacimos! Esto, pa que lo sepan, es tierra brava, y esas zarandajas que traen de la villa no tienen más futuro que un candil en vendaval.
Si piensan que un aldeano de estos montes va a doblar el espinazo pa’ llenarles la bolsa a esos que ni saben lo que es meter la mano en el estiércol, van listos. ¡Van más listos que un gallo sin cresta! Porque esa cámara, esa infernal cacharrería que han clavado en el camino como quien pone una estaca pa’ las vacas, no va a durar más que un carámbano al sol. ¡Que si la pillo con el carro, la desmiembro como un jabalí en la matanza!
Aquí, en el monte, no necesitamos que nos vigilen con sus ojos de hierro ni que nos saqueen con tretas de taberna. Que en este cruce no pasan ni las ánimas, y pa’ que venga un mulero a cobrarme porque no me paro donde no hay na' más que piedras, tendrá que venir con más quijada que un burro en celo. Y no me vengan con cuentos de seguridad, porque yo llevo desde que mamaba de la cabra cruzando estos caminos, y nunca he tenido más peligro que un toro cerril que se suelte del aprisco.
¿Empresa, dicen? ¡Empresa mi hacha, que pa’ empresas ya tengo yo las manos con las que apaño el trigo y arreglo el tejado! Aquí las cosas se hacen al modo viejo: si quieren respeto, que se ganen el derecho, y si no, que se larguen con su máquina maldita antes de que les pase por encima la trilla y la deje molida como grano en el molino.
Así que ya lo digo: esta cámara, este demonio con ojo de vidrio que han plantado en nuestro monte, no tiene vida aquí. Que cuando el sol caiga y la noche venga, bien puede ser que el tractor la mire con malos ojos, y lo que quede de ella acabe como leña pa’ encender la fragua. ¡Aquí no manda nadie más que la montaña, y a quien no le guste, que se pierda por el monte y no vuelva más!
